¡Gracias!
Esta es la palabra más simple y sin embargo la más fuerte que viene a mi mente. Gracias a todos los que han trabajado para ayudar a otras personas, para construir juntos un mundo mejor.
El mundo en que vivimos no es el lugar más bello de la Tierra. Está continuamente asestado por eventos trágicos, catástrofes naturales, guerras, continuamente afligido por la mano cruel del hombre. Estos eventos, que gracias a los medios de difusión presenciamos diariamente, afectan profundamente el balance y la integridad de las comunidades.
Fieles a las tradiciones hospitalarias de la Orden de San Lázaro, voluntarios venidos de todos los rincones del mundo, de diferentes culturas, lenguas, religiones, ideologías y opiniones se han propuesto a sí mismos un objetivo común: ayudar y proporcionar ayuda a personas en apuros.
El contenido de este informe es sólo un resumen de hechos, una reflexión parcial de las acciones y compromisos de cada uno. Estos números llevan oculto incalculables horas de trabajo, de coste personal y sacrificios contraídos, de energía gastada y una multitud de pequeños actos que no se pueden registrar. Este informe lleva oculto que hay algo más importante: el corazón de cada miembro.
El corazón que permite a un niño en apuros el soñar de nuevo, el corazón que da pan al mendigo, el corazón que alivia el dolor de una herida del cuerpo o de la mente, el corazón que ofrece amor...
Este corazón no se puede cuantificar, sin embargo es esencial para nosotros: nos guía día a día en nuestra lucha por vivir. Los miembros de San Lázaro son la nueva generación de la nobleza: los nobles de corazón.